lunes, 10 de octubre de 2011

Sputnik, mi amor

Yo del otro lado, la orilla.


“Montañas, las montañas son pesadas pero eso cambia.
Azul. Cielo azul. Algo invisible, ¿algo visible?
El sol, algo único.
Agua, algo que es aceptable.
Flores, muchas de ellas son iguales, inútiles.
Cielo. Rojo. Cielo rojo. El rojo, odio el rojo.
Agua que fluye, sangre.
El olor de la sangre. Una mujer que no sangra.
Los humanos son de tierra roja. 
Los humanos son hechos por un hombre y una mujer.
Ciudad, algo construido por el hombre.
¿Qué es el hombre? Algo hecho por Dios.
El hombre es algo hecho por el hombre.
Las cosas que poseo son mi corazón y mi alma.
El vehículo del alma, el trono del alma.
¿Quién es ella? Ella soy yo.
¿Quién soy yo?
Yo soy yo, este objeto soy yo.
La forma que me forma.
Mi yo visible, pero se siente como si no fuera yo.
Es extraño, mi cuerpo se disuelve, ya no me veo
¿Quién esta ahí? Hay alguien más ante mí.
¿Quién eres tú?”

Poema, Cap. 14, Evangelion.
   
 El libro me causa demasiadas preguntas que sólo están ahí acechando mi mente. En cualquier descuido podría escuchar a Sumire recitando a Kerouak:
 “El hombre, al menos una vez en su vida debe perderse en un erial y experimentar la soledad absoluta, sana, un poco absurda incluso. Y así descubrirá que depende completamente de sí mismo y conocerá sus capacidades potenciales”

¿Y qué quiere decir esto?

Supongo, que esto sería la utopía del alma del individuo. La soledad que experimentamos. ¿Qué es la soledad? ¿Es estar con nosotros mismos? ¿Es la falta de compañía? ¿Y que pasa cuando sentimos la soledad aun estando rodeados de gente? ¿Quién esta mal?
Pero antes de pasar a este estado, y mucho antes de subir a la montaña, surge la pregunta por la cual decidiremos si subir o quedarnos abajo, ver la cima y pasar de largo:
¿Quién soy? ¿Puedes decir en realidad que sabes quien eres?

No, no lo sé, ¿Debería subir a la montaña y degollar un perro? ¿A dónde voy? ¿Debo desarmarme  y verme a través de los demás para juntar pedazos de mí y construir la idea de mí?

La gente de este planeta “desaparece como el humo” a cada instante y sigue su camino sola.
Va en busca de un no sé qué, y ni ella lo sabe. Y no hace falta desaparecer físicamente. Nunca ha sido necesario teniendo un vehiculo tan poderoso como la mente.
¿Emprenderemos algún día el viaje para buscar a nuestro otro yo olvidado en el espejo? ¿Nos hemos dado cuenta que ha desaparecido? ¿Es verdad que ya lo hemos olvidado? Puedo entender que cada habitante de este planeta es un “Sputnik”,en ruso, compañero de viaje, que va solo dando vueltas por el universo y que de vez en cuando se encuentra con otro satélite solo para un efímero encuentro y retomar por separado su camino.
¿Y que pasa cuando no se acompañan, ni pasan de largo y hay una colisión? Eso no nos puede pasar, hay que poner una barrera y evitar el desastre a toda costa porque duele, “es que, cuando te disparan, sangras”. Porque preferimos mordernos el alma y carcomernos por dentro antes de mostrar al otro yo encerrado en el espejo. (Claro, si es que nos hemos dado cuenta de ello).
¿Qué quiso decir Murakami con este libro?
No sé, probablemente primero tenga que construir una puerta como lo hacían en China para conectar los dos mundos y poder recuperar a mi otro yo. ¿Y si ya no lo tengo? Perderme en la erial y dejar a mi otro yo, al otro lado de la orilla.

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