martes, 28 de diciembre de 2010

Pensamientos de una noche en carretera.



De niña solía creer cuando viajaba en carretera, que las montañas eran gigantes dormidos.

Ahora que soy mas grande creo que son unos monstruos que aguardan para comerse las luces de la ciudad; siguen siendo enormes, siguen esperando, no siempre estarán ahí, emergerán de las profundidades y reclamaran lo que les pertenece por naturaleza, se levantaran y deberás temer porque ya no estarán jamás dormidas, porque no solo se comerán las luces de la ciudad, vendrán por ti como en tus mejores pesadillas, como en el mejor de tus miedos primigenios.

¿Y te unirás a ellas? ¿Huirás despavorido? O ¿les harás frente?

Cuando era niña solía creer en muchas cosas, creí que la luna era de sólida roca y que podía pisar el mar de la tranquilidad con mis pies descalzos, ahora se que es de queso y que puedo comerla de tres bocados, pero el hombre de la luna se quedaría sin hogar y entonces me sentiría muy triste si lo hiciera.

Cuando chica dormía como tronco sin sospechar que toda una nueva dimensión se abría debajo de mi cama, ahora cada noche, suelo escaparme para presenciar el choque de galaxias de mi cama.

Las hadas eran solo señoras gordas con tutù, hoy, son tan solo unos duendecillos azules que esconden mis calcetines.

La oscuridad era solo consecuencia de la falta de luz, ahora es mi aliada cuando viajo por universos.

Solía mirar fijamente los ojos de la luna, ahora temo perderme entre remolinos si lo hago, me da miedo mirar los ojos humanos porque temo nadar entre las profundas aguas oscuras del alma.

Creía que las estrellas se iban al amanecer, pero se que siempre están estallando polvos agridulces para el disfrute de mi paladar.

Cuando era niña solía creer en muchas cosas que no puedo terminar de recordar, como la visión de la señora con sombrero que tocaba en mi ventana a la media noche, seguro estaba perdida y quería indicaciones.

Cuando era niña solía creer en muchas cosas, pero ahora soy mas pequeña y mi ingenua sorpresa por descubrir lo que creía me devora y absorbe a otros hoyos negros en donde mis ilusiones, miedos infantiles, todo lo que fui, soy y seré, aguardan para cobijarme con su manto nebuloso, para nacer y explotar en palabras, imágenes, sabores y texturas jamás imaginadas y sentidas.

Cuando era niña solía creer en muchas cosas…

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